Cuenta la leyenda que en la cumbre de un volcán, se
hallaba el Dios Pillan. Un día las personas que integraban la tribu huaiquimil
estaban caminando sin dirección alguna. Sin darse cuenta, subieron a una altura
demasiado alta, ellos sabían que allí se hallaba Pillan y también que los
vigilaba.
Pillan, al ver que estaban allí en su volcán, empezó a defenderse tirándoles lava, humo y cenizas, provocando miedo a el pueblo.
Los Huaiquimil le contaron lo que sucedió al
brujo de la tribu. Él se recluyó en una cueva y regresó con una solución: para calmar a Pillan tenían que sacrificar a Huilefun, la hija del cacique, dejándola caer por el volcán. Quien tendría que llevar a la princesa era Quechuan, el más valiente. Al llegar, la abandonó allí.
Luego,
un cóndor agarró a la princesa y la arrojó al centro del cráter. De
repente densos nubarrones ocultaron el cielo y una espesa
nevada cubrió la hoguera.