Tras la
conquista de Héctor, el fuerte, sobre el cielo, los dioses se sintieron
disgustados ya que para ellos el cielo les pertenecía. Héctor siguió
extendiendo su imperio hasta el punto de solo dejar la porción en la que se
encontraban todos los dioses.
Estos,
enfurecidos por lo sucedido, decidieron enviar a Shiva, la diosa más veloz. Esta
derrotó a gran parte de las tropas de Héctor, pero murió al instante por un golpe suyo. Los dioses asustados al ver a la
diosa morir por a manos de un semidios, enviaron a sus tropas a matarlo. Esta guerra entre las tropas de los dioses y Hector duró bastante tiempo, hasta
que ambos decidieron tomar un receso, para que los guerreros que
todavía no habían muerto descansaran. Fue en este momento cuando ambas tropas se
dieron cuenta que los guerreros muertos se convertían en almas y estas caían en
la tierra en forma de Agua. Así, se dio el origen de la lluvia: cada vez que las
tropas de Héctor y los dioses descansaban, los guerreros que habían muerto
caían en la tierra y se convertían en agua.