domingo, 17 de junio de 2012

El Tsunami de Terrapan. Por Nahuel Chapa (versión)

    Érase una vez, en una isla no tan alejada de los EE.UU. vivía un Rey Llamado Nerosis, el bondadoso. Este no tenía problema alguno con su ciudad llamada Terrapan, una isla muy característica por ser abundante en la agricultura
    Cuando todavía las colonias existían, fue cuando a esta isla llegó un líder inglés: el audaz Eliseu, que venía a conquistar las tierras de Terrapan. Hizo desastres por todas las casas que pasaba para llegar al templo del Rey, donde habló con Nerosis. Eliseu le dijo que no opusiera resistencia a su mandato. El rey enfurecido por el caos que había hecho se negó a entregar sus tierras.
     Al ver que no entregaría sus tierras tan fácilmente, decidió tomar la decisión de ir a la guerra contra la isla, entonces se retiró del palacio, llamó a sus tropas y se marchó, no por mucho tiempo. El Rey Nerosis sabía que iba a volver, entonces mandó a que las tropas se prepararan para una gran guerra.
     Cuando Eliseu llegó con sus tropas inglesas, se toparon con una resistencia inmensa. Estos subestimaban a los habitantes de la isla, pero los isleños estaban bien preparados. La guerra duró no más de una semana. Cuando el ejército inglés logró eliminar a una mayor parte de la población, el Rey salió de su templo y decidió empezar a luchar.
     Nerosis lograría vencer a lo que quedaba del ejército inglés, pero faltaba el último: el gran Eliseu. El primero en atacar fue el Rey Nerosis, ya que estaba muy enfadado por la muerte de su población. Mientras luchaban, toda la isla empezaba a temblar. Los árboles se caían, millones de cosechas se destruyeron por las inmensas tormentas que parecían nunca parar. El mar se estremesía, hundió todos los barcos enemigos y fue cuando ahí despertó el dios del mar Neptuno, quien vio el caos que habían hecho estos dos bárbaros.
     El dios decidió hablar con ellos para que terminaran con esa locura. Los dos guerreros no se molestaron en escucharlo y el dios se enfado aún más. Fue ahí cuando este dios decidió enviar una gran ola que calmara esta situación, para que la ciudad que era antes de que llegaran las tropas inglesas volvieran a ser las mismas. 
     La gran ola terminó llevándose todo hasta los dos guerreros, pero, de algún modo, El Rey Nerosis quedó con vida. En el cielo volvió a salir el sol, las aguas turbias se calmaron, y gracias al sol las cosechas y árboles volvieron a crecer. El poco poblado que le quedó al Rey habló con el dios, pidiendo perdón por no haberlo escuchado cuando debían y que no volvería a pasar. Así, las tierras de Terrapan volvieron a la paz y normalidad con la que contaban un par de años atrás.
     Otros historiadores cuentan que el Rey Nerosis no sobrevivió a la gran ola y un campesino llamado Alfred tomó el trono y pidió perdón a Neptuno. Al rey Nerosis se le hizo una estatua por haber defendido su pueblo y luchar hasta el final.