sábado, 9 de junio de 2012

Arco de colores. Por Carolina Rivoira (versión)


   Varias lunas antes de la llegada de los españoles a América, el Imperio Maya era una sociedad bien cuidada y rica en tierras. Se podría decir que era muy humilde. Por otra región, se encontraban los incas, un pueblo de tierras pobres. Pero que ante el ataque de alguna otra sociedad tenían con qué defenderse.
El rey de los incas, cansado y envidioso de los mayas, decide mandar a sus hombres a atacarlos, para apoderarse de sus tierras. Estaba muy confiado de que iban a ganar la batalla, ya que iban a ser guiados por Akbal, el más valiente y fuerte de sus guerreros. Akbal aceptó guiarlos, con la condición que cuidara a Itzayana, una inca bella como el sol radiante de sus mañanas, también muy buscada por los jóvenes incas. Pero, Akbal ya había conquistado su corazón. Los dos incas pasaban las tardes juntos. Itzayana dibujaba el retrato de su amado, mientras que Akbal apreciaba su belleza.
El día que Itzayana se enteró de la batalla, fue a suplicarle a Akbal que no luche, porque no lo quería ver herido. Pero él, no quería dejar a sus hombres sin un guía. Sentía el deber de luchar por su sociedad. Le juró volver sano y salvo, con la gran noticia que quería escuchar el rey.
Fue una despedida horrible. Itzayana despertó a la mañana con la noticia de que los guerreros habían tenido que salir temprano, para llegar a tiempo.
Los incas pelearon durante cuatro lunas con los mayas, fue una dura batalla, muchos estaban heridos.
Itzayana, para desahogarse comenzó a dibujar hojas y hojas, hasta su cansancio. Un día se le ocurrió dibujar algo que representara el amor que sentía por Akbal. Entonces comenzó dibujando un arco al que pintó de siete colores diferentes. El rojo, representó la pasión que había entre ellos; el anaranjado, la alegría que ella sentía al verlo; el amarillo, la belleza de Akbal; el verde, la esperanza de que él volvería sano; el azul, la tranquilidad que debía tener; el índigo, los sueños que tenía con él para su futuro; y el violeta, representaba la paz de su corazón. Este arco de colores fue adorado por su belleza.
Mientras tanto, en la batalla, Akbal sufrió graves heridas que no le permitían continuar luchando. Ya casi estaba perdiendo su vida. Muchos de sus hombres ya habían fallecido, es por esta razón que perdieron la batalla y debieron dar la vuelta. Ya se sentían agotados de luchar. Ya casi llegando a la comunidad, que los esperaba muy ansiosamente para escuchar la noticia que le traían, Akbal se descompensó y comenzó a quedarse sin oxígeno. Los guerreros empezaron a caminar de una manera más ligera, para poder curar a su guía.
Al llegar, los hombres le comentaron a los incas lo que había sucedido, que muchos de sus guerreros habían fallecido y que a Akbal le quedaba poco tiempo de vida. Itzayana lo primero que hizo al enterarse de lo que le había sucedido a Akbal, fue llevarlo hasta el lugar en donde ella dibujó ese arco de colores, aquel que representaba su amor. Fue en ese momento cuando Akbal tuvo su último aliento. Itzayana sabía que sin él no podría vivir, que su vida no tendría sentido si él no estaba a su lado. Entonces, la joven inca, llorando y deprimida por la muerte de su amado, agarró un cuchillo que Akbal tenía colgado a su cintura (aquel que utilizó par luchar), lo apoyó en su pecho izquierdo y dijo:
- Nada ni nadie me separará de ti. Si tú vives, yo vivo; pero si tú mueres, yo muero contigo. Hasta pronto.
Luego de decirle a su amado lo que pensaba, clavó el cuchillo en su corazón y cayó sobre Akbal, muerta.
Desde ese día, luego de una larga lluvia, cuando sale el sol, un bello arco de colores se dibuja sobre el cielo. La lluvia, representa el llanto de Itzayana por la muerte de Akbal; el sol, la sonrisa que tenía en su rostro al saber que se volvería a encontrar con él; y el arco de colores ó “arco iris” (llamado así por ser un “arco de mucha belleza”) representa el amor entre Itzayana y Akbal.