domingo, 17 de junio de 2012

Epismia y las oportunidades. Por Luna Seiffert (versión)

En ella posó sus pertenencias más valiosas el dios de los deseos, Epismia. Era una mesa, a la que todos respetaban y en la cual solo algunos griegos afortunados podían apoyar un objeto simbólico para que la suerte los acompañara. Pasaron varios años, y los individuos que habían colocado los elementos sobre la mesa no obtenían respuesta alguna en sus deseos, hasta que la mesa no pudo más con sus patas de oro y se quebró. Algunos dicen que fue un 24 de julio, otros de agosto. Sucedió que todos aquellos deseos pedidos y retenidos por tantos años fueron liberados, y esas personas que no podían más de dolor y angustia por hijos enfermos incurables, por deudas impagables, o por milagros difíciles de encontrar, les sucedió un acontecimiento que les cambió la vida. Algunos encontraron su suerte en la medicina, ya que se encontraron nuevas curas para enfermedades difíciles, otros la encontraron en herencias de familiares nunca vistos, otros en el nacimiento de un nuevo ser imposible de conceder y otros se pudieron encontrar con seres amados pero anteriormente alejados.
  Las personas comenzaron a tomar en consideración esa mesa, que algunos la veían como un objeto más, como un mueble, una herramienta de apoyo y solo eso. Pero no lo era. De tal modo que todos comenzaron a buscar otro objeto que tuviera ese don de cumplir peticiones, pero jamás lo encontraron. Probaron hasta con cajas de oro, adornadas con diseños griegos y bendecidas.
  Así fue como el sabio Epismia dio a conocer su faceta reflexiva, demostrando que las oportunidades siempre están presentes, solo hace falta abrir los ojos y creer en lo que uno busca.