sábado, 9 de junio de 2012

El día que tú me quieras. Por Joaquina Iriarte (versión)


Vamos hablar de una chica, de cómo el amor de su vida terminó transformándose en una persona más de su lista…
Un día en Roma, la joven Lorelei estaba caminando tranquilamente por el parque cuando, de repente, se encuentró con Julio César, su amor secreto. Al verlo, sus ojos se llenaron de luz, su corazón empezó a latir más fuerte, sus piernas empezaron a temblar y no se podía quedar parada. A medida que Julio se acercaba, más latía su corazón. Ella tenia la intensión de decirle lo mucho que lo amaba y todo lo que sentía por él, pero lo único que salió de su boca fue un hola.
Luego hablar un rato él se despidió con un beso en la mejilla y cada uno siguió su rumbo. Al llegar a su casa, Lorelei comenzó a pensar en todos los momento que había pasado junto a él, a pesar de que no habían sido muchos, para ella fueron los más hermosos por que lo único que quería era estar con él. Se veía en su mirada el amor que le ella. Luego de un largo pensar ella decidió que la próxima vez que lo viera se animaría y le confesaría todo su amor.
Al día siguiente, Lorelei que estaba decidida a encontrarse con Julio, comenzó desde temprano a prepararse. Se puso su mejor vestido con sus mejores zapatos, se maquilló de tal forma que parecía que se encontraría con alguien de la alta sociedad. Sus rulos resaltaban toda la belleza de su cara, se veía contenta, nerviosa, ansiosa y fresca. Así, luego de horas de preparación salió hacia el parque. Había llegado mucho tiempo antes asi podía pensar como se lo iba a decir. Lorelei sabía que Julio César venía al parque siempre a las 5 para poder pasear un rato porque eso lo tranquilizaba. Ya pasadas las 6.30, Lorelei se había cansado de esperar y estaba a punto de retirarse abatida, cuando de repente se oyó una voz grave que gritaba: -¡Lorelei!. Era él. Ya decidida, Lorelei caminó hacia él y lo saludó, luego le pidió un minuto para hablar y se sentaron en una banca del parque. Primero le habló de temas comunes, como del clima o de los niños que estaban jugando por el parque, ella hubiera seguido horas hablando de cualquier cosa con tal de no decirle lo que sentía, hasta que él le dijo:
-Lorelei, ¿Qué me tenías que decir tan importante? ¡No creo que me hayas hecho sentar solo para hablarme del cielo azul!
-No, no -exclama entre risas- En realidad quería hablarte de algo que me está pasando.
-Sabes que puedes decirme, solo dilo.
-Bueno, sucede que… hace tiempo que estoy enamorada de ti, cada vez que te veo se me llena el corazón de alegría y no podía guardármelo más -¿Y hace cuánto que sientes esto?
-No importa, lo único que quiero saber es qué piensas tú de mí –dice ya, decidida a aceptar cualquier respuesta.
-Lo mismo yo, también estoy enamorado de ti, pero no quería decir nada por si vos no sentías lo mismo. Cada vez que te veo con esos ojos verdes que alumbran mi camino -acariciando sus mejillas- algo en mi corazón hace que este lata cada vez más fuerte. Ver tu sonrisa, como enfrentas todo me hace muy feliz. Tú me haces feliz.
Luego de esto, él la besó y decidieron caminar por el parque. Parecían una pareja perfecta. Caminaban de la mano, se abrazaban, se miraban a los ojos: ERAN LA PAREJA PERFECTA.
Después de esto las siguientes semanas tenía la misma rutina: ella se levantaba y recibía flores, más tarde pasaba por ella para ir a caminar y luego la acompañaba y le daba el beso de las buenas noches. Ella lo disfrutaba tanto que siempre terminaba el día con una sonrisa.
Después de seis meses de puro romance, él decidió llevarla hacia Venecia. Una vez que llegaron decidieron ir a recorer las calles. Luego de un largo caminar, pararon en un parque, como era común en ellos. Todo era tranquilo hasta que se empezaron a escuchar ruidos y aparecieron de entre los arbustos dos personas con un arma. Uno de ellos disparó su arma, mientras el otro le decía: -No ella no es. Pero había sido tarde, la bala le había atravesado el pecho y ella había caído al suelo. Empezó a perder sangre, mientras Julio gritaba -¡Pidan ayuda, pidan ayuda!. Pero nadie reaccionaba, todos habían quedado impactados con el suceso. Al cabo de unas horas Lorelei falleció porque había perdido mucha sangre y cuando los médicos llegaron era muy tarde.
Su espíritu había llegado al cielo, ella había sido una muy buena persona, tenía las puertas del cielo aseguradas. Cuando su espíritu llegó al cielo, encontró un ángel que la guió. Luego de haberle aclarado todo, le permitió un último deseo y ella dijo: -Quiero bajar por unos minutos a la tierra para poder ver a mi amado. El ángel aceptó y ella bajó.
Al llegar, ella no notaba nada extraño, todo era normal, exepto por su familia que lloraba por ella. Pero fue lo que menos le importaba. En ese momento, miró la hora y notó que eran las cinco y se dirigió hacia el parque. Al llegar allí, sus ojos se encontraron con lo peor: Julio estaba con otra chica sentados en el mismo banco en el cual había estado con ella. Sus ojos no lo podían creer, ella no podía aceptar eso. Entonces decidió acercarse, con la ventaja de que nadie la veía, para escuchar lo que él le decía, entonces escuchó:
-Estoy enamorado de ti pero no quería decir nada, por si vos no sentías lo mismo. Cada vez que te veo con esos ojos verdes que alumbran mi camino algo en mí corazón hace que este lata cada vez más fuerte. Ver tu sonrisa, como enfrentas todo me hace muy feliz, tú me haces feliz.
Lorelei volvió a sentir esa bala que la había atravesado, sentía como esta lentamenta le atravesaba el pecho y sentía como todo caía a su alrededor, el hombre que tanto lo amaba le había mentido todo este tiempo. Ella sintió como su corazón se quebraba de a poco. No podía ver lo que seguía de esa escena, era una película de la cual no quería ver su final. Entonces fue ahí cuando decidió volver al cielo.
Una vez en el cielo, decidió sentarse y comenzó a llorar. Así, horas y horas llorando, sus lágrimas cristalinas comenzaron a caer de a poco sobre la tierra, llenándola así de sus lágrimas, que parecían que jamas terminarían… Fue así como sus lágrimas, al llegar a la tierra, se convirtieron en lluvia. Por eso, cada vez que llueve es porque Lorelei recuerda el momento en que su amado Julio Cesar la abandonó.