miércoles, 23 de mayo de 2012

El secreto de Saria. Por Nadia Acevedo y Agustina Armanelli


Cuentan que cierta vez en el Olimpo, Isadora, tierna y cuidadosa, junto a su esposo Sión, el guardian de la llave del Olimpo, tuvieron una hija, Azul, la más hermosa de todo el mundo de los humanos. Mientras esta crecía, no tenía idea de que sus padres eran dioses.

Ella
creció junto a sus amigas, las ninfas, María Rocío, María Nadia y María Agustina, cuyos poderes consistían en encantar y dejar atontados a las personas. Su belleza era sin igual, pero no superaban la belleza de Azul.

Ella
no vivó una vida común y corriente, porque todos se sorprendían por ser tan bella. Sus amigas la protegían de una diosa llamada Minerva, la esposa de Hades. Esta quería secuestrarla para robarle su don, ya que tenía el control de la telepatía, al cual lo usaba para ayudar a las personas. Le pasaban cosas muy raras, como, por ejemplo, que escuchaba algo en su cabeza que nadie podía escuchar.

Al
cumplir los 16 años, sus padres adoptivos le revelaron el secreto de que era una diosa y por eso le pasaban cosas que no comprendía, también le revelaron que su verdadero nombre era Saria, la de belleza inigualable.

Saria
se escapó de sus padres adoptivos para ir con sus padres biológicos. Cuando llegó al Olimpo, sus padres la reconocieron, pero aunque estaban  muy contentos le pidieron  que volviera a la tierra porque correría peligro. Minerva se enteró del encuentro y viajó a la tierra a esperarla. Cuando Saria regresó, la raptó y las ninfas al enterarse fueron a avisarle a sus padres biológicos. Ellos bajaron a buscarla con todos sus hermanos y se produjo una pelea de dioses por Saria. Las ninfas María Nadia y María Agustina fueron a hipnotizar a la mascota de Minerva, mientras, María Rocío y algunos de los hermanos de Saria fueron a hipnotizar al algunos del ejército de la esposa de Hades, para que actuaran en contra de ella. Los padres de la hermosa diosa ganaron la batalla, pero ella obtuvo un hechizo de Minerva para toda la vida, que fue convertirse en la primera bella mariposa que habitó en la tierra.