martes, 29 de mayo de 2012

El sauce llorón. Por Camila Wirsch (versión)


Allá por el año 1800, en el Chaco paraguayo, en una tribu llamada Endeera (la verdad) vivía una hermosa muchacha de cabellos largos y figura estilizada. En otra tribu denominada La Fuerte, vivía un hombre joven muy hábil en la caza y la pesca, con la cual alimentaba a toda su familia. Era costumbre que antes que nacieran los hijos ya los tenían comprometidos con mujeres y hombres de otras tribus, no pudiendo elegir a quienes amaban.

El hombre llamado Anab se había enamorado fuertemente de Anahí, y cada vez que iba al río hacía lo imposible para poder acercarse a ella, sabiendo que corría peligro su vida si los veían juntos. Pero su amor era tan fuerte, que un día decidieron fugarse para iniciar lo que sería para ellos un amor eterno.
Pasaron los años y su amor permanecía intacto, pero el destino les jugó una mala pasada, cuando él entrando en el río se tropezó con una piedra y la correntada lo arrastró; ella corría por la orilla para poder ayudarlo pero su esfuerzo fue en vano, su amado había desaparecido bajo las aguas. Jamás volvió ella a su hogar, quedando junto al río y derramando lágrimas. Cuentan los más viejos, que un día ella desapareció y en su lugar había un hermoso árbol con sus hojas arrastrando en el río, parecía que ese árbol estaba llorando. Y cada noche cuando se asomaba la luna llena se veían dos figuras abrazadas formando los dos ese árbol.