lunes, 23 de abril de 2012

Decisiones

A mi parecer, una de las clases más complejas de situaciones que se pueden presentar, es aquella en la que uno puede reconocer una verdadera felicidad en su vida, y aparece una oportunidad para acrecentarla. El conflicto interno se genera porque a lo mejor uno está acostumbrado o cómodo y, como ya dije, feliz, en el estado en el que se encuentra, por lo que se cuestiona si tomar dicha oportunidad para lograr una mayor felicidad aún, es un riesgo realmente necesario.

Claro está que cuando uno la está pasando mal y se presenta una opción para estar mejor, no duda dos veces en tomarla, pero si uno NO la está pasando mal y se presenta una opción para estar mejor, termina hayándose a si mismo en una especie de círculo con muchas puertas. ¿Hacia dónde ir?

Muchos no somos conscientes de que una situación de este estilo pueda presentarse hasta que se presenta. Es decir, cuando a algún ser querido le sucede algo similar, uno trata de acompañarlo desde su lugar en esta toma de decisión, y habitualmente intenta aconsejar en pos de que el protagonista sea lo más feliz posible. En cambio, cuando nos ocurre a nosotros, resulta imposible aplicar una mirada objetiva a la situación, y si alguien intenta orientarnos, puede que no queramos (''queramos'', que palabra curiosa, ¿verdad?) escuchar. ''Mi caso es diferente'', pensamos.

Sin duda alguna es un balance complejo, con muchas variables. Es posible que tanto uno como otro camino implique, en mayor o menor medida, emocionalmente o no, a otras personas, y herir a alguien no es algo deseable. Pero quizás la idea que hoy planteo sea difícil de comprender sin ejemplos concretos.

A las situaciones que me refiero son, por mencionar algunas:

- Estoy estudiando una carrera interesante, en la que me va relativamente bien, y puedo imaginarme desarrollando una vida laboral en base a ella pero, ¿es realmente algo que aporte o aportará a mi felicidad? Esta otra opción, que puedo o no haberme planteado anteriormente, ¿no es quizás más adecuada al estilo de vida que deseo llevar?

- Estoy en pareja, y soy feliz con ella, pero aparece alguien en mi vida que me mueve completamente el suelo. Por momentos surge una casi certeza de que se ajusta mejor a la persona con que soñaba pasar el resto de mi vida, una casi certeza de que puedo ser aún más feliz con ella. Hay otras relaciones implicadas de algún modo en torno a cada una de estas personas, y muchos factores a tener en cuenta (tiempo de pareja, sonrisas, discusiones, grado de conocimiento de una y otra persona, compromiso asumido, nivel de conexión o intereses compartidos, complementariedad, contención que ofrece, etc.) ¿Cómo comprender a mi corazón?

- Llevo adelante una forma de vivir. A grandes rasgos, es lo que tenía proyectado. Puede ser, como no, que me haya planteado otras, pero de momento he seguido con ésta. La mayoría del tiempo me siento feliz, pero de vez en cuando siento un cierto vacío interior, que me cuestiona si este estilo realmente me conduce a la plena felicidad. ¿Es acaso este el proyecto que debo seguir?

Por supuesto, hay un gran número de situaciones diferentes que pueden presentarse, pero estos son casos, a mi criterio, bastante representativos.

Lo primero que hay que hacer es ser capaz de reconocer el valor de la cuestión en sí. Pueden suceder dos cosas: descubro que, en efecto, esta nueva oportunidad tiene más para ofrecerme, o bien fortalezco mi seguridad en el camino que vengo siguiendo. De una u otra forma, resulta que, al fin y al cabo, este conflicto al que solemos tenerle un cierto temor nos ayuda a crecer como personas. Por lo tanto, no hay que tener miedo a cuestionarse.

Lo siguiente a tener en cuenta, de fundamental importancia, es que la respuesta no siempre es la más racional. Simplemente hay ciertas cosas (como los sentimientos) que no siempre se ajustan a nuestra clase de lógica.

Por otro lado, al recurrir a terceros buscando algo de orientación, puede ser que nos aclaren algunas cosas, como puede que las oscurezcan. Esto, por lo general, depende de si la persona a la que recurrimos tiene como prioridad el verdadero bienestar de uno, o las intenciones personales de lo que cree mejor para uno. En última instancia, siempre hay que recordar que la decisión es de uno, y los seres queridos tienen como tarea acompañar en lo que uno opte.

Una vez comprendido ésto, resta el verdadero problema de la situación. ¿Cómo decidir? Lo cierto es que cada persona y cada situación es única, diferente, de modo que no existen muchas más pistas prácticas a tener en cuenta. ¿Qué hay de las respuestas, entonces? En definitiva, las lleva cada uno en su interior. Sólo hay que animarse a descubrirlas.