2 de julio de 2012
Mar del Plata.
Estimados ojos de oro.
Mar del Plata.
Estimados ojos de oro.
Estoy
apenado de ya no verte, de no visitarte todos los días en el acuario.
Estoy aquí, en otro continente, en otro país, con otra gente que vive y
siente de una manera muy diferente a mí… o tal vez yo soy el diferente.
Trato de acostumbrarme a su estilo de vida y su lengua, que es algo
difícil de comprender.
Ya han pasado
tres años desde mi última visita a esa pequeña caja de cristal donde
habitabas, mirándome con tus pequeños ojos de oro penetrantes, que
permeabilizaban mi alma, como el agua fluyendo en un río de rocas
porosas. Pero todo esto se
ha transformado en una obsesión y decidí cesar. Nunca supe la razón o
el sentido de ese viaje que experimentaba mi mente en aquel acuario,
donde nuestras almas se perdían y se chocaban al mismo tiempo con el
vidrio de esa diminuta cárcel. Todo esto que pasé no tiene una
explicación lógica, no puedo describirlo con palabras, porque no existen
las palabras justas, pero el término que más se acercaría sería “viaje
místico”.
Miradas infinitamente interconectadas desplazan mi conciencia a otro
lugar, a una dimensión diferente, a un espacio sobrenatural y ya no
existe lugar físico,
solo abismo. Pasé del otro lado del cristal, y podía ver mis ojos
atormentados ante la situación, perdidos mirándome inocentemente. Nunca
había pasado una situación parecida, nunca nadie había permeabilizado mi
alma como en aquel entonces. Desarrollamos un amor (por así llamarlo) a
ese proceso de conexiones entre conciencia y sentimientos, como una
simbiosis. Aunque lo malo o egoísta era traspasarte mis sucios
pensamientos embarrados de resentimientos, dolor, ego a esa mente tan pura y silenciosa que habitas, en la que habitaba yo…
Pero como dije antes, la situación se
fue de las manos, y de un pasatiempo pasó a ser una obsesión de todas
las mañanas: mi día no terminaba si no iba al acuario. Por eso me mudé a
otro lugar, a un
lugar lejos, donde podía relajarme y estar distante de todo eso. No
tiene comparación levantarse temprano, y mirar el alba nacer en el
horizonte de la playa, conectándome con la energía de la arena y el
calor que emite esa estrella gigante, los
ruidos de las olas forman parte de una melodía para la relajación
ayudándome a despejar mi mente de aquellos momentos en París. He
encontrado, entonces, un nuevo viaje, una nueva experiencia… un
pasatiempo que genera tanto placer como era nuestra conexión de ese entonces.
Comencé
una nueva vida, reinicié mis metas y cambié mis objetivos de vida.
Aunque suelo pensar en aquellos momentos en París, si seguirás
viviendo, si tus apariencias antropomórficas han cambiado o te conectas
con otras personas, como también te conectabas conmigo, aunque no podré
saberlo, estoy lejos, y mi mente está aún más.