lunes, 2 de enero de 2012

Cortado Pocillo para la 9

Hoy estaba en el trabajo y llegó un cliente habitual. Como de costumbre, lo saludé por su nombre y con un ''¿cómo andas?''. Cuando pidió lo de siempre, es decir, un ''cortado pocillo para la 9'', mi compañera, que no escucha muy bien, entendió que el hombre respondía a mi saludo con un ''tirando para no aflojar''. No tiene nada de sentido, pero fue muy gracioso, y aunque habría sido divertido que tomara lágrima, para poder jugar con las palabras, estoy seguro que no deja de ser un signo.

Se termina el verano. Es decir, mañana arranco a cursar en la facultad, otra vez. Tercer año: te veía más lejos. Y es muy interesante porque pensé que este verano no se terminaba más. Como vengo diciendo a aquellas personas que me notan con dificultades (aquellas que pueden ver el alma de uno con una sola mirada), fue un verano foulero, lleno de problemas. Como ya expliqué, cada vez que pensaba: ''Bueno, quedate tranquilo que no puede pasar nada más'', aparecía un nuevo quilombo. Y como tantas otras veces, podría haberme resignado (creánme que estuve tentado de hacerlo), pero gracias a algunas personas que se animan a marcarme errores, y gracias a otras que intentan comprender y me acompañan con tal o cual decisión, lejos de ver el año que entra como lo que probablemente sea uno de los más complicados de mi vida, puedo verlo como uno lleno de oportunidades.

Mal que mal, cada año es importantísimo y con todos sus quilombos enseña cosas fundamentales que nos forman como personas. A este que entra no hay que tenerle miedo, sino respeto, o en el peor de los casos, enfrentar ese miedo. ¿Va a ser fácil? ¡Por supuesto que no, carajo! Pero si se viene, es quizás porque puedo enfrentarlo. A lo mejor, todas las situaciones dolorosas que he vivido los últimos años, o mejor dicho SIEMPRE, me han ido preparando para esta ocasión.

Hace unas horas me quemé horrible los dedos con la manija de la pava. No es culpa de la pava, sino que el ganso soy yo por no verla venir. Y ya que hablamos de pavas y gansos se me vino a la cabeza una famosa frase: ''El que se quema con leche ve la vaca y llora''. La verdad es que nunca me pareció del todo cierta. Creo firmemente que es una cuestión de perspectiva, del punto de vista que uno tenga. Yo, por ejemplo (aunque reconozco haber llorado más de una vez, y especialmente en este verano), me di cuenta que por quemarme con la pava no dejo de tomar mate, y por ver a mi actual vaca... No, queda mal... a mi actual pava, o gansa... bueno, digamos a mi actual payasita. A pesar de que la payasita me cerró la puerta en la cara, no lloro al verla, sino que me alegro con sus sonrisas.

¡Ojo! No piensen que por el hecho de que esta analogía es fácil de aplicar, hago tanto ruido nada más y nada menos que por una payasita. Repito, fue un verano foulerísimo LLENO de cosas, y estoy bastante seguro de que será un año con lo suyo, pero bien sea menos, más, o igual de complicado que el anterior, es un año para vivir, gente. Me parece que eso es lo fundamental: no hay que quedarse con lo que pasa y re-vivir situaciones que no podemos cambiar, sino sacarle el jugo a todo lo que tenemos por vivir delante nuestro. Y a pesar de todos los golpes y ese portazo en la cara, estoy metiendo mucha pila. Quiero demostrarle a la vida que si me pone a prueba y confía en que puedo, debe ser que puedo. Porque, ¿saben qué? Estoy ''cortado pocillo para la 9'', y no pienso aflojar.