martes, 31 de enero de 2012

Desilusión

Alguna vez hablé sobre la esperanza, pero nunca me animé a cerrar una idea acerca de la ilusión. Esta última se define como una distorsión de la percepción. Es más que muy peligrosa, porque intentando hacerse pasar por la esperanza, fabrica sueños que se sostienen en el aire y se derrumban con suaves brisas. No resulta tarea sencilla diferenciar una de otra; yo mismo no suelo hacerlo hasta que es muy tarde. ''¿Cuándo es muy tarde?'', te estarás preguntando. Pues cuando causa un daño, no irreparable, pero sí inolvidable.

No sé mucho sobre psicología, pero me parece fascinante. De a ratos me gusta pensar que soy capaz de identificar algunos rasgos en los gestos o la forma de hablar de las personas que dicen mucho más que las palabras. A decir verdad, estoy bastante convencido de ser capaz, y de que todos lo somos, si prestamos atención. Lo que definitivamente no puedo hacer es descifrar lo que dicen. Esto es lógico, ya que no puedo tener una mirada objetiva, sino por el contrario tengo asumido que mi forma de pensar e interpretar estos signos está condicionada por mis ideales y sentimientos. Uso la palabra ''sentimiento'' y no ''emoción'' porque aunque rime con ''ilusión'' y uno tienda a pensar, con razón, que son términos íntimamente ligados, yo soy una persona un tanto racional (o irracional, ¿quién sabe?) que tiende a no dejarse guiar por impulsos, instintos, o estados anímicos contradictoriamente efímeros, y en cambio intenta pensar las cosas dos veces, o más, antes de actuar.

Algunos seres queridos me retan por momentos debido a esta característica de mi persona, porque defienden que como consecuencia de esta metodología, aumento exponencialmente mi grado de estrés al priorizar la salud emocional de otras personas por sobre la mía. Como ya aclaré, esto no es ni por cerca admirable, pero es parte de los valores que se han ido abriendo paso en mi vida hasta formarme, para bien o para mal, en la persona que soy. Por supuesto, he cometido y sigo cometiendo muchísimos errores, y mi intento de asumir dolor antes que infringirlo falla mucho más seguido de lo que yo desearía. Pero, ¿qué tiene que ver ésto con las ilusiones? Pues todo.

La distorsión de la realidad que produce una ilusión tiende a hacernos idealizar personas o relaciones que uno anhela hacer propias, y suele conducirnos a cometer errores deliberadamente, con la certeza de estar haciendo lo correcto. Las consecuencias son devastadoras. ¿Alguna vez te chocaste un vidrio impecable al no poder verlo? Bueno, es bastante parecido, solamente que a pesar de no verlo, el vidrio está empañado por nuestra propia mente, y nos muestra otra realidad. Al intentar cruzarlo, el vidrio se hace pedazos, claro está, y uno no sólo se corta sí mismo, sino que daña a muchas personas alrededor.

Existe una forma de diferenciar una ilusión de una esperanza, sin embargo, y es que, vale la pena aclarar una vez más, la esperanza se deriva de la espera. Una ilusión nos corre, nos persigue, y está intrincadamente relacionada con el ''querer'', sumamente posesivo, que nos conduce a apresurarnos por el miedo de perder una oportunidad que raramente es verdadera. La esperanza, en cambio, cultiva la paciencia y radica en el fin último del amor.

En este momento cabe destacar la diferencia entre el enamoramiento y el amor. El primero no es malo, ni mucho menos, aunque contempla un sector muy parcializado del todo que significa la felicidad plena, sector basado en la atracción física y las primeras impresiones que conllevan, como ya dijimos, una idealización de la otra persona. El amor verdadero raramente se alcanza sin haber pasado en primer instancia por el enamoramiento, pero tiene una mirada mucho más amplia que aquel, ya que abarca y acepta tanto luces como sombras del afecto buscado, y no se queda ahí, sino que intenta acompañarlo en un camino de mutua ayuda hacia el tan anhelado ''ser uno con el otro'', es decir, hallar la felicidad propia en la entrega abnegada que representa el estar dispuesto al sacrificio, con el maravilloso propósito de que el ser amado sea feliz.

Suena bastante enroscado, y no es nada sencillo intentar vivirlo, pero tengo la dicha de conocer muchas personas que admirablemente lo consiguen y me marcan el camino para quizás algún día yo lograrlo. Tengo que seguir aprendiendo, y enfrentar muchas realidades; tengo la certeza de que tendré que revisar más de una vez si ando por el camino correcto; estoy seguro de que mi pobre mirada no se acerca a contemplar la amplia mirada del amor verdadero; pero no me cabe ninguna duda de que ya estoy cansado de las ilusiones, y que las personas que me rodean no merecen salir lastimadas a causa de mis errores.

Hoy tomo la decisión de ya no tentar el cariño que algunas personas me tienen. Hoy pido perdón. Hoy recojo mis pedazos, me armo, me levanto y sigo para adelante. Con cierto temor dejo atrás mis ilusiones, dándole el lugar a aquellos sueños que me regalan alas, para volar hacia la esperanza de alcanzar el amor verdadero. Quizás, y solo quizás, no tenga que volar mucho más para re-conocerla en una mirada.