lunes, 22 de agosto de 2011

Ningún Final Feliz

Él es argentino; ella es francesa; se conocieron en circunstancias más que particulares. En una Navidad de lo más extraña, que él nunca terminó de entender, se encontró por primera vez con esos ojos que lo cautivaron instantáneamente. Siempre fue tímido para hablar con chicas, pero pasada la cena empezaron a charlar, en inglés, ya que él no cazaba una de francés y ella no cazaba una de castellano (y sigue siendo así, según cuenta la historia). Las risas y sonrisas, en un principio, eran causadas por las confusiones entre lenguajes, pero de a poco empezaron a surgir más naturalmente, como si tuviesen en común más de lo que se veía a primera impresión.

Pasaron unos días sin verse, y se reencontraron en un ambiente algo mágico, sin duda un paisaje que no se ve todos los días. Por una de esas causalidades de la vida, estaban ubicados a unos 20 metros de distancia. Siendo precavido para no invadirla demasiado, él se fue acercando a conversar con ella y con sus amigos a medida que pasaban los días. Y esos ojos lo seguían cautivando cada vez más. Mientras tanto, ella se iba sintiendo más y más a gusto en su compañía. Compartieron diferentes experiencias de vida, y sus conversaciones tenían cada vez un tono más dulce.

Una fiesta de magnitudes impresionantes, celebrando una realidad social importante para muchas personas, era la oportunidad perfecta para que él se acercara, quizás para compartir un poco más que sólo palabras y sonrisas (no que eso no fuera lindo ya de por sí). Sin embargo, entre la multitud de gente, la perdió y no la volvió a ver en toda la noche. Ella no hizo tanto más. Volvieron a pasar unos días sin verse, y entraban dudas en sus mentes.

Una vez más se reencontraron, pero ya no quedaba tanto tiempo, porque las circunstancias particulares en las que se conocieron tenían una corta duración. Él intentaba encontrar el momento y la forma de expresarle esos extraños sentimientos, que habían despertado en una forma que nunca había experimentado. Ella no terminaba de entender lo que sentía. De alguna forma, sus amigos se habían dado cuenta de que algo más que una simple amistad se estaba entablando, y sonreían al verlos.

Última noche, última oportunidad. El tiempo parecía jugar en contra, ya que llovía y refrescaba de a ratos, pero la música los ayudó a superar estos impedimentos y bailaron juntos por una, dos, tres horas. Casi parecía que no hubiese nadie más alrededor. Si dos personas en esa situación no sienten una conexión fuera de lo común, nadie sabe bien cuándo pueden sentirla. Se hacía tarde; ella y sus amigos se irían temprano en la mañana, y él también estaba algo cansado después de una experiencia tan intensa. La tomó de la mano y la acompañó, junto con una de sus amigas, a donde tenían que ir a dormir.

''Éste es el momento'', pensaba él, pero algo no le terminaba de cerrar. La saludó con un fuerte abrazo y miró a su amiga, que sí hablaba español. ''¿Me dejará darle un beso?'', preguntó él con un brillo de esperanza en la mirada. Su amiga sonrío y con ternura le respondió: ''Ella tiene novio en Francia''. Y no se puede contar mucho más acerca de esa despedida...

Pasado un tiempo, cada uno de vuelta en su país y en su ciudad, se encontraban de tanto en tanto vía Internet. No habían transcurrido dos meses de haberse conocido que ella había cortado con su novio en Francia. Un buen día se confesaron lo que habían sentido en esas circunstancias tan particulares, pero al mismo tiempo comprendían la situación del otro. Él siguió con su vida, ella con la suya, y sin embargo de vez en cuando volvieron a conversar a través de una pantalla, alegrándose (más de lo que esperaban) al saber algo del otro. Ella siempre lo invita a Francia, y él siempre le dice que algún día irá, pero todos sabemos que en esta vida algunas cosas suenan más sencillas de lo que son...

Disculpen si esta historia no es lo que esperaban, y es que hay una parte triste y una parte linda. La parte triste es que no hay mucho más que contar y que éste no es ningún final feliz. La parte linda, por otro lado, es que no es un final en absoluto.