lunes, 15 de agosto de 2011

Mi Lluvia

Hoy una amiga me hizo acordar de cuando yo era chiquito, que tomaba la sopa y comía la espinaca, porque Popeye era fuerte y yo quería ser fuerte. Me causa gracia porque la fuerza que realmente hace falta en la vida, no viene de la espinaca...

¿Vieron que cuando sale la típica pregunta de si te gusta la lluvia o no siempre hay algún gil que en vez de contestar ''sí'' o ''no'' contesta ''depende''? Bueno, yo soy ese gil. Pero es la realidad. Cuando está más o menos lindo, y la lluvia es más bien una llovizna, algo suave, que casi parece una caricia, simplemente me fascina y me hace sonreír. Cuando hace frío, sin embargo, no puede gustarme la lluvia, o sea, si me mojo tengo más frío y más chances de enfermarme, que no está bueno.

Siempre me gustó considerarme fuerte. En realidad, desde ya hace muchos años en cada oración pido fortaleza para poder salir adelante. Hasta ahora, creo, no me falló. Pero lo raro es, que no me siento fuerte. Yo trato de meterle pata y poner la mejor cara siempre, porque ''no puede ser que la vida se salga con la suya y me deje mal plantado, yo soy más fuerte'', me suelo decir. Bueno, aunque parezca que las cosas no me salen tan mal, lo cierto es que tengo muchos conflictos internos y muchas cuentas pendientes conmigo mismo. ¿De qué me sirve parecer o hacerme el fuerte, si realmente por dentro tengo una tormenta?

Por alguna extraña razón, si bien me encanta poder estar para alguien que está pasando por un mal momento y ser el hombro en que se apoya, me resisto a la idea de apoyarme en algún hombro. Nunca, nunca me gustó llorar. Siempre pensé que no era por el tema de parecer más fuerte, sino porque no quería que las personas que quiero me vean mal. Hoy me lo replanteo... No recuerdo cuando fue la última vez que lloré. Generalmente las ganas de llorar van acompañadas de ganas de romper algo, pero de alguna manera me las ingenio para apretar los dientes, respirar hondo, y no hacer ninguna de las dos. Estoy seguro que en la parte de no romper nada no me equivoco pero, ahora bien, ¿gano algo aguantándome el llanto?

Hoy me dieron ganas de llorar. Me estoy comiendo varios garrones que de a ratos me hacen sentir que todo el esfuerzo que hago no tiene frutos y eso me bajonea muchísimo. Estoy bastante seguro de que el cansancio influye bastante, pero a pesar de tener una cierta seguridad de que una vez descansado, toda esta horrible sensación va a desaparecer, no puedo dejar de pensar que tendría que patear el orgullo, por una vez, y largarme a llorar como un bebé abrazado por un/a amigo/a. Y es que tengo miedo de mojarme, sí, pero de un momento a otro no puedo dejar de estar seguro que mi espinaca en esta vida son mis amigos; no puedo dejar de confiar en que los arco-iris solo salen cuando se está acompañado, no puedo dejar de pensar que mientras aprieto los dientes quizás, y sólo quizás, me estoy perdiendo de alguna caricia que me saque una sonrisa en medio de mi lluvia.