lunes, 11 de julio de 2011

Brillar la Vida

Algo que me gusta de tener que levantarme a la mañana es que, llegando al trabajo, tengo la dicha de poder ver el Sol asomando su rostro, o cerca del horizonte. Puede ser que simplemente yo sea cursi, pero siempre me fascinó ver al mar reflejando el imponente brillo de cada nuevo día. Muchas veces la imagen se complementa con unas cuantas nubes de adorno, que me recuerdan que algo cuyo alcance damos tan por sentado tener a mano, como lo es el agua, puede llegar tan alto.

''Nunca digas nunca'', cantaba un palomo simpático en una película de mi infancia, acerca de un ratoncito que llegaba al Nuevo Mundo. En estos últimos días me vengo dando cuenta de cuánta razón tenía...

De alguna forma, las personas tendemos a dar por sentadas algunas cosas. Simplemente nos acostumbramos. Nos acostumbramos al estudio, al trabajo, a la familia, a los amigos, a los colectivos, a la comida, a la música, al tiempo, a la tecnología, a la rutina. En pocas palabras, nos acostumbramos a la vida. Y me parece que es un error fatal, porque en el momento en que sentimos que nos falta alguno de estos cimientos, todo nuestro mundo puede desmoronarse.

Veo a quienes afirman tener miedo de tomar una decisión por haber olvidado cómo era todo antes de... Escucho a quienes no tienen esperanzas de que las cosas mejoren. Pero admiro a quienes, a pesar de todas las dificultades, siempre ponen la mejor cara y logran salir adelante con voluntad. Yo creo que ser feliz depende de uno, que ver el vaso medio lleno es cuestión de levantarse y decirse a sí mismo ''hoy quiero estar bien'', y aprovechar cada oportunidad.

Hoy fue un día curioso. Por algún motivo, varias cosas que yo daba por sentadas tuvieron una vuelta de tuerca. Me levanté y no tenía sueño; en el trabajo realmente me reí bastante; en pleno viaje de colectivo una mujer se puso a cantar de una forma bastante graciosa; y me dejé llevar por un impulso. Esto último fue lo que más me asombró, porque en los impulsos que yo suelo seguir, generalmente solo pongo en riesgo un poco de salud física, superficial,en busca de una descarga de adrenalina y risa. En cambio, cuando se trata de impulsos en los que dejo vulnerable a mi interior, a mis sentimientos, a mi corazón (se podría decir más poéticamente), me suelo paralizar por timidez o miedo a que las cosas no salgan como me gustaría, y me suelo quedar con la duda de qué podría haber pasado. Pero una conversación que tuve hace unos días me hizo caer en cuenta de que el tren que pierda, quizás no vuelva a pasar. Por eso me arriesgué, y tuve una mejor respuesta de la que esperaba.

''Nunca digas nunca'', escuchaba yo de chiquito, y apenas 15 años después comienzo a comprender. Hoy aprendí que, en lo que se supone que sea un día como cualquier otro, todo puede pasar; que depende de uno quedarse con el cielo nublado, o con el Sol que aguarda detrás de las nubes. Supongo que también depende de uno esperar a que la vida le brille, o ponerle brillo a la vida...