lunes, 19 de marzo de 2012

Jugando al Huevo Podrido

El Miércoles fue un día interesante. A la mañana tenía turno con el médico, y si bien suelo ser bastante organizado y detallista, al llegar a la clínica me di cuenta que me había dejado en casa el carnet y el bono de la obra social, y que me faltaban $10 para poder pagar el turno. Hablando con la secretaria, que ubicaba a mi hermano, se solucionó y no tuve mayor problema.

Después de eso pasé por casa, comí medio rápido, y salí ''corriendo'' a tomarme el colectivo para ir a la facultad (el día estaba feo, así que no podía ir en bici como siempre). En tres años jamás me había pasado al tomarme un colectivo para ir a la facultad, pero cuando éste dobló, me di cuenta que me había confundido y me había tomado el 541 en lugar del 554. Me bajé y fui a la parada a esperar el colectivo correcto (momento en el cual me llegó un mensaje de texto para ir a jugar a la pelota a la noche), sabiendo que muy probablemente llegara tarde a cursar. De alguna manera, llegué justo cuando la clase estaba comenzando.

Para ir a jugar a la pelota, arreglé como de costumbre que tenía que ir a las 21.45 a lo de un amigo y otro nos pasaba a buscar en el auto. Cuando terminé de cursar, fui a casa y estuve estudiando hasta que me tuve que ir. En la casa de mi amigo, me puse a charlar con su mamá y hermana. Mientras les explicaba lo curioso de mi día y lo distraído que estaba, me di cuenta que había cometido otro acto de distracción, porque eran las 20.45. ¡Había ido una hora antes! Afortunadamente, no hubo inconvenientes porque tengo una muy buena relación con toda la familia.

En fin, parecen ser cosas de poca importancia pero, desde mi punto de vista, fue un día fascinante, ya que a pesar de haber estado más distraído de lo que recuerdo en toda mi vida, considero que todo resultó bien. Quizás no jugué un gran partido; quizás tampoco me fue de lo mejor en el examen que rendí el Viernes; y quizás hubo unos detalles más que me dieron mucho que pensar. A pesar de todo ésto, más allá de mis despistes, puedo decir que fue un gran día. No termino de entender cómo. ¿Será acaso un mensaje? ¿Puede ser que tuviera algo que aprender? ¡Por supuesto! Todos los días hay algo que aprender. Ahora bien, ¿qué?

Continuamos la semana. El Jueves tuvo lo suyo, pero la cosa se pone más interesante el Viernes. Me levanté, me bañé, tomé un poco de jugo y me fui en bici a la facu. Llegué a eso de las 10, para la muestra del parcial (y su nota) que rendí la semana pasada. Nos tuvieron esperando porque les faltaba hacer la suma de puntajes o no sé bien qué. Durante ese tiempo, con algunos compañeros estuvimos recordando anécdotas, cada uno de su colegio. Me resultó una conversación bastante interesante y algo atípica. A eso de las 11.20 llegó el profesor, escuché mi nota y vi mi parcial. Dejé que unos compañeros le sacaran fotocopia y lo devolví. A las 12, dos horas de teoría de otra materia. Después almorzamos y fuimos (con un amigo) al anexo de la facultad para repasar hasta las 17, hora del examen de otra materia. En ese rato, recordé que quizás tenía una reunión con dos amigos, por lo que mandé un mensaje de texto para confirmar. Casi sin darme cuenta del paso del tiempo, salí de rendir a las 21. Cuando encendí el celular, me llegó un mensaje confirmando la reunión. Desde el anexo fui en bici hasta la casa de uno de estos dos amigos. Hacía frío. La reunión duró hasta alrededor de las 12. Volví en bici a casa, y lo de mi amigo no queda exactamente cerca. Hacía frío. Llegué y me puse a preparar cosas para el encuentro del sábado a la mañana con el grupo de jóvenes que coordino. Me acosté a eso de las 2.

Hoy es Sábado. Me levanté con algo de dificultad a las 8 y algo, porque a las 9 tuve una reunión. Terminó a las 11, hora en que nos juntamos con el grupo de jóvenes. Disfruté el encuentro, que terminó a las 13. Vine a casa, acomodé un par de cosas, almorcé rápido, y me fui para estar en Scout a las 14. Acompañamos a la Manada en una actividad, lo que fue lindo, pero hacía frío y le presté mi campera a uno de los nenes que no había llevado abrigo. Algo que me sorprendió es que pasó a saludar un amigo que hace mucho tiempo no veía. Fue una linda sorpresa. Tras el FIBO final, a las 17.30, vine para casa, acomodé un par de cosas, tomé la leche y me fui para estar en la puerta del 23 (un famoso salón de reuniones) a las 18.35, ya que me encontraba con dos amigos para ir a (adivinen) otra reunión. Cuando llegaron, nos tomamos el colectivo y llegamos con gran puntualidad a las 19.30. Fue una hermosa reunión, que duró aproximadamente hasta las 21.10. Se largó una maravillosa tormenta, pero uno de mis amigos se ofreció a (con el papá, que lo pasaba a buscar en auto) alcanzarme hasta mi casa. Llegué a las 22. Se acerca el final del día y me encuentro con una situación que esperaba fuera diferente.

¿Qué punto tiene describir algunos días de mi semana? Pues encontrarle un sentido. Tras una semana tan larga, me doy cuenta que tarde lo vi. O mejor dicho, lo vi hace mucho tiempo, pero recién ahora lo recibo. Mi semana me advirtió que soy el distraído, y por fin me llegó el huevo podrido. A lo mejor sea un pensamiento muy drástico, pero creo que a continuación se presentan meses de decisiones muy difíciles. Curioso es que, al parecer, ni siquiera puedo hacer demasiado al respecto. Si bien me gusta jugar, mi vida no me parece un juego. Me niego a ser el huevo podrido, y hay una cosa que sí puedo controlar: no me pienso dejar vencer por las dificultades. Voy a poner todo mi esfuerzo, todo mi amor y lo mejor de mi para aprender, para crecer. Días tan largos me recuerdan que la vida puede tener tantas cosas buenas como malas, y depende de mí quedarme con unas u otras. El Miércoles me cuenta que, de alguna forma, todo puede salir bien. Confío en que cuando pase la tormenta, a pesar de todos mis defectos, voy a poder mirar atrás y pensar: ''Qué gran día''.