lunes, 3 de octubre de 2011

¿Quién entiende al corazón?

En octavo año, creo, con los chicos habíamos propuesto un proyecto para la feria de ciencias que trataba acerca de cómo influía la música en la forma de hablar, de vestirse y en las compañías de un adolescente o joven. Por supuesto no nos esmeramos demasiado para ganar, pero la profesora nos dijo que la idea era buena, por lo que siempre la tuve presente. Ahora bien, no creo que ninguna de esas cosas determine a una persona.

Tuve que jubilar a mi celu viejo. La batería se descargaba en menos de un día; cuando recibía o hacía una llamada se me apagaba; no me almacenaba mensajes en la casilla de salida; la casilla de entrada se me llenaba con 12 mensajes; de a ratos se apagaba solo porque sí. En fin, parece que se había enojado, y como surgió la oportunidad de cambiar el equipo manteniendo el número a un precio relativamente económico, lo hice. Tiene chiches que no me solían llamar la atención, pero aprendí a darles uso. Fundamentalmente, ahora escucho música con los auriculares (que siempre pensé podían ser un factor de indiferencia) en viajes de 15 minutos o más. Además, me llegó de arriba una campera de jean, cosa que yo nunca había usado, y me gustó, por lo que también empecé a darle uso. De a ratos hago un chiste diciendo que me estoy volviendo careta.

¿Qué tiene que ver ésto con la forma de ser de una persona? Puede ser que nada, pero tantas cosas juntas me hicieron entrar la duda de si estoy o no cambiando mucho, porque me siento un poco diferente. Hace unas semanas, sin razón aparente,volví a plantearme cuándo había sido la última vez que lloré. Es la misma pregunta y la misma respuesta: no lo recuerdo. Ahora, sin embargo, fui más lejos y quise llegar a la raíz del por qué. Por un lado, supongo que es bueno no tener motivos para llorar. Por el otro, no deja de surgirme la duda si es que de alguna forma me estoy enfriando, por decirlo así.

Teniendo una muy linda charla (de esas que hace rato no tenía) con una amiga, no llegué a ninguna conclusión concreta, porque a pesar de darme cuenta que muchas cosas me siguen moviendo internamente, tengo la sensación de que algo no está del todo bien. Quizás es sólo que suele ser más fácil sentir la Presencia en momentos de dolor. ''Entonces no debería preocuparme demasiado'', pensé, ''debe ser cosa de momento''. Pero como soy un ganso quise buscarle la vuelta.

Me di cuenta que un factor común, que ni se acerca a ser la totalidad de lo que marcan las situaciones que viví en los últimos años, pero no deja de pisar fuerte, es el enrosque de corazón. Un gran problema que tengo yo es que soy de engancharme mucho con una persona, y si las cosas no salen como a mi me gustaría en el momento, termino dolido. Si ese era el tema, buenísimo, porque de tantas veces (¿tantas veces?) que me pasó, crecí y aprendí a tratar de no enroscarme. Y las cosas, dentro de todo, en casi un año de relativa tranquilidad, me venían saliendo bien así. Por lo tanto, supongo que si cambie en algo, no es nada de lo que preocuparse.

Pero soy un ganso, a tal punto que la otra noche mientras caminaba cerré los ojos y estiré los brazos, pensando que volaba. Así que no me conformé, y quise seguir dando vueltas. Me propuse averiguar en pequeñas cosas si me estaba o estoy volviendo una persona tan diferente. La respuesta, a fin de cuentas, es que no, porque sigo saludando al colectivero al subir, y dejando el asiento en el camino; sigo tratando de encontrar algo particular en cada viaje y en cada día; sigo teniendo sueños totalmente delirantes pero muy graciosos; sigo mirando al cielo sonriendo al ver una noche despejada o nubes con formas que invento. En fin, sigo siendo un loco sano (es decir, feliz).

Y ahora pasé por una semana en la que las cosas no me salieron bien, en la que no me sentí pleno. Y termino cayendo en cuenta que si no son las pequeñas cosas, el problema es que había pasado mucho tiempo sin engancharme. Y me doy cuenta que de tanto buscarle la vuelta a una situación tan particular, caí de nuevo en el enrosque, sin comprender bien por qué, si es que estaba contento como venía. Y aunque trato de verlo como una nueva oportunidad de alcanzar un anhelo, lo cierto es que tengo un poco de miedo. Pero bueno, ¿quién entiende al corazón? Quizás es hora de tomar el riesgo y echarme a volar.