A
pesar de ser salvajes y atrapar otros animales menores para su
alimentación, no eran hostiles con los humanos. Es más, algunos trabaron
amistad con niños indígenas y establecieron un lenguaje con el que se
entendían bastante bien.
Compartían muchos juegos y se divertían. Pero
surgieron diferencias, ya que a muchos de ellos les encantaba jugar en
el agua, tomar sol a la orilla del mar, e intentar atrapar algún pez.
Otra parte sólo quería disfrutar de los bosques y praderas y perseguir conejos y pájaros.
Un
día, los niños consultaron a sus mayores, buscando una orientación para
resolver el conflicto. Estos les sugirieron que les propusieran a sus
amigos lobos separarse por un día y una noche de acuerdo a sus gustos.
Así
lo hicieron, y para gran sorpresa de los niños, Neptuno, el rey del
mar, había transformado a los lobos de la playa en "lobos marinos". Los
reconocieron por sus voces.
Se volvieron torpes para caminar por la playa, pero pudieron nadar velozmente y atrapar peces. Nunca más se alejaron del mar...