Este año 2009 lo empecé lejos de casa, pero como todos los años, evalué mi crecimiento. Me di cuenta de que empezaba una revolución en mi vida, y que tenía que cerrar una etapa para poder aprovecharla.
Bueno, si bien me llevó unos meses, la cerré, a medias, y me lancé con la frente en alto a una nueva aventura, confiando en que tenía la fuerza necesaria para salir adelante en todo lo que quería. Y aunque parezca mentira, en gran medida, pude hacerlo. Sin embargo, los mismos aspectos de mi vida que año tras año me comen la cabeza, se mantuvieron tan firmes en su postura como yo. Y es que sigo siendo el mismo.
Prestando la atención necesaria, se puede identificar una especie de ciclo en los años que pasan en mi vida. Crezco como persona y aprendo muchas cosas; me olvido de otras; tengo nuevos logros; tengo más desafíos; gano nuevas amistades; pierdo el contacto con otras; no puedo encontrar la trama principal de mi cuaderno; y a fin de año, sigo siendo el mismo. No dejo de preguntarme una y otra vez qué es lo que hago tan mal para no poder salir adelante en lo que más deseo.
Analizando este ciclo una vez más, me doy cuenta de que suelo cumplir sólo la mitad de mis propósitos de año nuevo. Por eso en esta ocasión me marco una sola meta a cumplir, y a pesar de que nunca confié mucho en él, para este 2010 me propongo poder, de una vez, hacer un borrón y cuenta nueva. Solo espero no romper ninguna hoja...
